Hileras de cadáveres de manifestantes masacrados en la Universidad de Saná el pasado 18 de Marzo, apilados para su identificación. |
El presidente Ali Abdala Saleh se encuentra arrinconado tras la adhesión a la insurrección popular de tres de sus generales más emblemáticos, y varias docenas de oficiales militares. La sangrienta represión del pasado viernes por parte del régimen, que dejó 52 muertos y otros tantos heridos, fue el punto de inflexión que instó al general Ali Mohsen, responsable de la región militar del Noroeste y uno de los mayores aliados de Saleh, a retirarle su obediencia: "anunciamos nuestro apoyo pacífico a la revolución pacífica de la juventud (...) garantizando la estabilidad de la capital" - declaraba a la cadena Al Jazeera. Por las calles de la capital, Saná, circulaban ayer carros blindados por ambos bandos, unos en protección de los manifestantes, y otros del palacio presidencial.
Tras más de 30 años en el poder, los analistas creen ya irrevocable la situación, quedando por ver si el conflicto derivará en una guerra civil o en un problema sucesorio, ya que no se vislumbran claros candidatos. Alí Abdalá Saleh fue el hábil estadista artífice de la reunificación de las dos repúblicas del Norte y el Sur, tras la caída del comunismo, y su postura ante el terrorismo de Al Qaeda, siempre resultó ambigua para la administración norteamericana.
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