viernes, 25 de marzo de 2011

Concentración contra los ataques a Libia en Madrid

Varios concentrados ayer en la Puerta del Sol muestran una pancarta con el lema "Paz en Libia".

A las ocho de la tarde, promovida a través de diversos portales de contrainformación de la web, me presento en la madrileña Puerta del Sol, donde está convocada una concentración ciudadana en contra de la intervención militar de la alianza occidental en Libia. Bajo consignas antiimperialistas, panfletos denunciando el carácter colonial y fascista de los ataques, y resurgiendo los viejos tambores del "No a la guerra" del último año de Aznar, la fecha de la cita es clave. Hoy, 22 de Marzo de 2011, ante el Parlamento de Estado, José Luis Rodríguez Zapatero confirma la participación española en la inminente campaña, refrendada su acción por el visto bueno de la práctica totalidad de los diputados. Ante las acusaciones veladas del coordinador general de IU, Gaspar Llamazares, el Presidente incide en que el asunto de Libia poco tiene que ver con el de Irak en 2003. Ésa, a priori, parece ser la opinión generalizada en la calle. Sin embargo, manifestaciones como la de hoy desdicen esta libre interpretación, siendo de un interés periodístico innegable recoger toda disidencia popular contra la opinión publicada por los grandes medios. Para mi sorpresa, no encontraré en los días posteriores, en toda la prensa nacional -escrita o en web- referencia alguna a esta concentración, lo cual, sin duda, revaloriza el documento.

Manifestantes de origen magrebí lucen la enseña de la Libia del régimen de Gadafi. 

Ya desde media hora antes del comienzo de la convocatoria, diversos grupos de personas comienzan a congregarse frente al edificio del Ayuntamiento, desplegando sus pancartas y sus banderas sobre mástil en invariable paño verde, el color oficial del régimen actual de la Yamahiriya, el estado socialista proclamado por Muammar el Gadafi en 1977. Casi nadie en la manifestación proclamará abiertamente su afiliación a uno u otro lado del conflicto; sin embargo, durante toda la tarde no se vislumbrará ni una sola enseña tricolor del Rey Idris, la enarbolada oficialmente por los sublevados. Con todo, no se palpa en el aire el ambiente de las grandes ocasiones; los transeúntes, curiosos, observan de reojo los eslóganes sobreimpresos de los concentrados, conteniendo disimuladamente muecas de confusión. Sólo unas pocas docenas de manifestantes, más de la mitad de ellos ciudadanos de rasgos magrebíes, han respondido al llamamiento público. La manifestación "buena", la grande, está convocada para el Sábado 26, "esto no es más que el aperitivo", se comenta entre los reunidos, autoconsolándose en su incipiente decepción: no en vano, al llegar la hora clave, cuando comienzan a corearse las consignas, menos de cien personas ocupan un pequeño enclave dentro de la inmensa Puerta del Sol. Pero eso sí, muy ruidosas: sus gritos de denuncia "asesinos, asesinos" y sus reivindicaciones de sabor añejo "OTAN no, bases fuera" resuenan con fuerza en la fría noche madrileña, llamando la atención de los viandantes. La consigna de la noche, sin duda, recupera el grito unánime que aún nadie ha olvidado, consciente de su descomunal poder de adhesión: es el "No a la guerra" que enarbola el omnipresente actor Willy Toledo, una de las pocas caras conocidas presentes en la Puerta del Sol, respondiendo a los micrófonos de TeleSur, el canal televisivo auspiciado por Hugo Chávez. Precisamente, uno de los escasísimos medios informativos que recogerá la noticia al día siguiente, eso sí, duplicando o triplicando los datos de asistencia.


Un grupo de inmigrantes portan un cartel de unos tres metros de largo con la leyenda bilingüe "Paz en Libia", en castellano y en caracteres árabes. Un estudiante con mochila y palestino al cuello, luciendo un sinfín de pins en sus solapas con simbología marxista y republicana, colabora con orgullo, sujetando una de las esquinas. "Esta guerra es otro ejemplo más del abusivo imperialismo americano" apunta, convencido, a otros estudiantes que, junto a él, elevan sus puños al cielo y claman contra el doble rasero de Barack Obama y los Aliados. Un doble rasero hipócrita e interesado, pues la opinión generalizada entre los protestantes es que es el petróleo el verdadero artífice de la intervención, por encima de fines humanitarios. El ejemplo reciente del pasotismo occidental ante Túnez, o Uganda, Ruanda o Corea del Norte en el pasado, refrendan sus acusaciones, envalentonándoles.
Los manifestantes más talluditos, donde abundan simpatizantes de formaciones de izquierda como IU -a tenor de sus insignias- lamentan que, en plena crisis nacional, se dé prioridad a la guerra en lugar de a la inversión social. Sin marcha programada, sin líder visible megáfono en mano, poco más allá de las 9 de la noche, los soflamas se apagan y los manifestantes poco a poco van recogiéndose y retirándose hacia sus casas. Se han hecho notar y esto es sólo el calentamiento, se animan para insuflarse ánimos. Los inmigrantes libios enrollan sus banderas de verde islámico, apoyándolas al hombro, anhelando que el sábado el ruido sea mucho mayor. 


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